martes, 25 de septiembre de 2012

2.0 Love Stories

“Paseo mi mirada por el cielo / por si acaso con la suya coincidiera”. Ayer estaba leyendo estos versos de Yamil Butayna, poeta árabe del siglo VII que lloraba así la ausencia de su amada (nótese cómo me tiro el moco de manera totalmente gratuita), y caí en la cuenta: el final del verano llegó y tú partirás, Dúo Dinámico dixit. En estas fechas emblemáticas de separaciones, de interrupción de los amores estivales por el regreso a la ciudad, de tú a Móstoles y yo a Valladolid aunque siempre nos quedará Oropesa, vuelve el drama de la lejanía. Las relaciones a distancia son un mal invento. No lo digo por experiencia, solo hablo de oídas, como buena española, pero es un hecho que la falta de contacto es un gran obstáculo.

Pese a todo, el ser humano se las ingenia para encender y mantener viva esa llama a través de cualquier medio de comunicación a su alcance. En el principio fue la carta, pero internet la mató. Una pena. En fin, yo no escribo cartas de amor, soy anti-eso, pero supongo que hay costumbres peores. Las palabras de amor ya no se guardan en los cajones sino en los servidores, lo cual es una pérdida para la industria papelera pero no necesariamente para la musical. Los artistas de la canción están siempre atentos a todo lo que pasa a su alrededor, porque todo es potencial fuente de inspiración, y también han cantado a estas pasiones en red.

pastelosidad

El origen de la comunicación por internet está ligado al e-mail, que siempre quedaba más cerca del género epistolar a la antigua usanza: ¿recordáis cuando todavía redactábamos los correos como si fueran cartas? Entonces vais siendo viejos. Los foros y este estribillo machacón de Tam Tam Go! no tardaron mucho más en llegar: “Te di todo mi amor arroba love punto com” (Atrapados en la red, 1999). Más que un amor a distancia es un amor a ciegas, porque parece ser que él solo conoce su nombre, el resto se lo imagina. A veces es mejor así. Paseos virtuales, compras online… pura metáfora.  “Para qué quiero más si me da lo que quiero tener” – el chico se conforma con un amor platónico y/o escribe a una sola mano (con perdón).


Dos años después, con el ciberespacio superpoblado de chatrooms, nuestros admirados Camela dedicaban un tema a esos encuentros afortunados que llenan la red de pasión, dicho por ellos mismos, en Amor.com. Yo lo podría explicar, pero Dioni y Ángeles lo hacen mejor: “amor y cariño punto com, es el dominio de los dos”, sencillamente magistral, cualquier comentario adicional sería superfluo. Eso sí, se ahorran la parte en la que ella descubre que él le ha mandado una foto falsa y él, que ella no tiene 25 años sino 52. Cosas que pasan. Porque pasan. Por más que en el vídeo estén todos muy monos y muy aparentes.


Con el tiempo llegaron la Web 2.0 y las redes sociales, con Facebook y Twitter a la cabeza. Reconozcámoslo, a muchos de nosotros nos costaría acostumbrarnos a vivir sin Facebook (¿privacidad? ¿quién quiere privacidad?). Estamos poseídos por Facebook. Porque Facebook, en realidad, es el demonio. Conozco gente que ha tenido que desinstalar la aplicación de Facebook del móvil porque el Mal estaba entrando en su interior a través de él. Paradójicamente, hay quien encuentra el amor en esta red social. Personas como Danilo Parra (un ídolo juvenil en varios países de Latinoamérica), que no creían en el amor hasta que les llegó el friend request adecuado. Y ahora se pasan el día así: “te hago un toque, te doy un toque, y devuélveme el toque, toque, dame un toque, te doy un toque, un toque que dure toda la noche”.  Y venga, y venga, y venga.


Y Twitter, ¿también es el demonio? Pues claro. Que se lo digan a mi amiga Lourdes, que cada vez que tuitea sube el pan. Pero la pasión también tiene cabida entre gorjeo y gorjeo, eso lo sabe bien Prynce “El Armamento Lirical”. El peruano es un especialista en música y redes sociales, amén de bachillerato en Justicia Criminal y barbero. Barbero, reggaetonero y tuitero, aunque tampoco le hace ascos a Facebook. Él tiene a su nena del Twitter, que está pendiente de que se conecte y le conteste los mentions, porque tienen un “amor de lejos”. De todas formas, él lo tiene claro: “esto es una red social, ten cuidao con lo que escribas que te pueden chotiar (cotillear)”. Prynce es un tipo discreto y le contesta por DM, por si acaso.


La verdad es que después de todo esto casi me entran ganas de volver al correo ordinario. La tinta, como un resto casi orgánico de la persona que escribe, el trazo, tan físico, una representación gráfica del alma, el papel, la celulosa, la deforestación del Amazonas. ¿Que por qué no escribo cartas de amor, entonces? Contestaré con una frase muy de persona apedreable: porque hay amor en todo lo que escribo. Toma ya.

viernes, 21 de septiembre de 2012

El triunfo de la voluntad (2)

Recordaréis que hace no mucho hablábamos del fenómeno del cantante "por mis huevos” a propósito de Florence Foster Jenkins. Cuando uno adquiere cierto estatus social y económico puede hacer muchas cosas, y cuando a uno se le mete entre ceja y ceja ser cantante, se hace cantante. ¿Que las condiciones no son las idóneas? Da igual, póngame el estudio de grabación más caro que yo canto. Por mis huevos. He llevado a cabo una concienzuda investigación y lo cierto es que no sabemos exactamente quién ni cuándo pudo iniciar la tendencia, aunque si hacemos caso a los Anales (sin bromas) de Tácito, el emperador romano Nerón podría haber sido uno de los pioneros en esta categoría. Por desgracia YouTube no nos ofrece documentos audiovisuales al respecto. No, de verdad que no.

nerón lo peta

Lo que está claro es que, a lo largo de los años, muchos personajes han utilizado todos los recursos a su alcance con tal de conseguir meter cabeza en la industria musical, luchando con la madre naturaleza a golpe de talonario para dejar sus perlas musicales a las generaciones venideras. En la naturaleza humana está aspirar a la trascendencia, y hay dos factores fundamentales que hacen el sueño más asequible: la evolución de los medios técnicos, por una parte, y la facilidad para acceder a ellos, por otra.

Si hablamos de facilidad de acceso a casi cualquier cosa, no podemos dejar de referirnos a la inefable Paris Hilton, la rica heredera cuyo gran hito hasta el momento es su aparición en un vídeo amateur de contenido sexual filtrado a Internet en 2003. De acuerdo, he sido injusta, no es su único hito. También ha dado al mundo momentos irrepetibles en su reality Paris Hilton’s My New BFF, producido por MTV. Y sí, también nos ha ofrecido muestras de su amor por la música. Por desgracia, solo podemos disfrutar de un álbum completo de la artista, Paris (2006). No seáis malpensados, Paris tomó clases de canto y, sobre todo, no puso pegas a la edición de audio (gracias a AVID por ProTools). Y fruto de todo ese trabajo, el suyo y el del técnico de sonido, nos llegaron grandes hits como este Stars are blind. El videoclip, que explota otro de los talentos de Paris (crear la duda sobre si lleva o no ropa interior), está inspirado en la película Blow-up, de Antonioni (y el pobre Michelangelo vivió lo suficiente como para enterarse). Esto, ¿era necesario? Que cada uno conteste en conciencia.


Viendo este vídeo habréis pensado en la entrada anterior, todo eso de que el sexo vende... Pues vamos confirmando teorías, porque Kim Kardashian, también de familia acaudalada, también protagonista de un vídeo porno y conocida básicamente por su culo otro reality show, Keeping up with the Kardashians, es decir, con una trayectoria muy similar a la de Paris, consiguió en 2010 lanzar un sencillo, Jam (Turn it up), del cual lo mejor que se puede decir es que parte de los beneficios de su venta fueron donados al St. Jude Children's Research Hospital. La filantropía mola. En cuanto a la canción, no tengo datos fehacientes, pero albergo la sospecha de que despidió al técnico de sonido antes de terminar la edición.


En la misma línea anda Lindsay Lohan. Lindsay, que empezó como estrella infantil en películas Disney como Tú a Londres y yo a California, en las que los productos químicos (de todo tipo) aún no habían hecho mella en su cuerpo, creció y se convirtió en una mujer llena de inquietudes artísticas, ganas de fiesta y bótox. Los tres la desbordaron. La sobreexposición mediática también. De eso hablaba Rumors, una de las canciones de Speak (2004), su primer álbum, en la que la estrella (aún) adolescente pedía a los medios que la dejaran vivir, todo con un buen aderezo de vocoder, como mandan los cánones. El vídeo, en plan “malota sepsi”, no hace sino acrecentar la leyenda de la artista. Lohan publicó un segundo disco, A little more personal (Raw) en 2005, antes de perder un rumbo que todavía no ha vuelto a encontrar.


Otro que ha peleado su carrera musical de manera incansable es el Bertín Osborne estadounidense, David Hasselhoff. Natural de Baltimore, Maryland, David estaba predestinado por su planta, sus ojazos azules, su pelazo y su actitud desenvuelta a triunfar en el mundo del espectáculo. ¿En qué rama? En to-das. David actúa, David canta, David baila. No es que sea un prodigio en ninguna de sus facetas, pero le pone más ganas que nadie. En 1990, muchos años antes de regrabar por enésima vez su versión de Hooked on a feeling, el eterno vigilante de la playa editó su cuarto álbum, Crazy for you, en el que se encontraba un single homónimo que, por más que lo escucho, me sigue sonando a plagio de YMCA. En el videoclip se hacía acompañar de un perrete que enternecía al espectador, anulando así su capacidad crítica. Él sí que sabe. Como Lohan, Hasselhoff también tuvo su época desnortada, aunque teóricamente volvió a encauzar su carrera. En qué dirección, es otra historia.


La conclusión de todo esto es que, efectivamente, querer es poder. Y que poder (poner mucho dinero encima de la mesa) es poder más. Y que la ingeniería de sonido es una de las grandes contribuciones a la salud pública. Gracias, ProTools, gracias, técnicos de audio y gracias, cantantes “por mis huevos” por proporcionarme material. Puede que la música no os lo agradezca, pero yo sí.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Sexo, sexo, sexo

Hoy quiero confesar que soy fan de una película que ni siquiera he visto, Joven y alocada (2012), un filme chileno sobre el despertar sexual de una adolescente. Eso es lo que han hecho de mí la saturación de estímulos audiovisuales, la Web 2.0 y la modernidad líquida. Quién sabe cómo llegas a un tráiler, lo ves, te atrapa y ya no hay escapatoria. Puede que influya que la música sea pegadiza (Javiera Mena es lo que tiene), puede que me haya dejado guiar por su premio al mejor guión en Sundance, o que me haya conquistado el encantador descaro con el que admiten haber plagiado el tráiler de À bout de souffle, o puede que, aunque sea con un aire intelectual, el sexo todavía venda. Esta máxima, la de que el sexo vende, es un axioma en publicidad y, hasta ahora, pese a que algunos han querido negar la mayor, parece que se mantiene intacta.


En Joven y alocada (que no, que no la he visto, pero me he leído el argumento y he atado muchos cabos viendo el tráiler) Daniela, una adolescente santiaguina de 17 años, de familia evangélica, es expulsada del colegio (por fornicaria) y castigada a trabajar en un canal de televisión también evangélico (qué poco hemos sabido aprovechar en España las posibilidades de la tdt), donde comienza una relación a dos bandas con un muchacho guapetón y una chica bastante apañada. Sé lo que estáis pensando: con lo que nos cuesta a algunos, a esta le salen a pares. Pues es así. Y como tiene dónde elegir, experimenta con el sexo. La cosa iniciática.

Joven y alocada

Esto no tiene nada que ver con lo que quería contar, pero me encanta la sensación de escribir sobre una película que no he visto. Supongo que ahora sé cómo se sienten algunos críticos de cine. Lo que quiero decir es que el ser humano es primario cual mono en celo. Según Freud, hay dos tipos de impulsos que condicionan la conducta humana: la pulsión de sexo y la pulsión de muerte. Eros y Thánatos. Definir aquí el concepto de pulsión sería complicado, y además no me apetece. Pero así, en corto, la pulsión de muerte nos hace tender a la destrucción y la pulsión sexual, a la autoconservación. Algunos de los vídeos que veréis a continuación apelan simultáneamente a ambas pulsiones, es decir que en un principio parecen ofrecer la satisfacción del impulso sexual, pero luego acaban dando ganas de tirarse por un barranco.

Eros y Thánatos, Sonia Monroy y Yola Berrocal. Tanto monta. Se pueden repartir las pulsiones como les dé la gana, se las pueden ir cambiando, el resultado va a ser el mismo. Tras varios intentos en solitario y en grupos ya desaparecidos, como las Sex Bomb (hola de nuevo, Sigmund), Yola y Sonia siguen fieles en Boys (Summertime love) a su filosofía: “tiran más dos tetas que dos carretas”, o en su versión valenciana “tira més un pèl de figa que una maroma de barco” – y yo no quería caer en lo ordinario, no, qué va. La canción es lo de menos, una versión de Boys, boys, boys de Sabrina (que merecería un post aparte). El videoclip, dirigido por la propia Sonia Monroy, es el que crea toda la confusión: tetazas - ¿Eros?; tipos mazados - ¿Eros?; porras y esposas - ¿Eros? ¿Thánatos?; barras de pole dance - ¿Eros?; #hijostróspidos - ¿Thána… Eros?; momento pseudolésbico entre Yola y Sonia - ¡Thánatos! ¡Thánatos YA!


Algo parecido pasa con el, hasta el momento, único intento de Two Yupa, española de origen tailandés (no lo digo yo, lo dice ella, y tiene un DNI para demostrarlo), de ir a Eurovisión. Ojo con Two Yupa. Two Yupa esconde bajo sus voluptuosas curvas una mujer del renacimiento. Cantante, presentadora, cinturón negro primer dan de kárate, monitora de fitness, diploma avanzado en nutrición deportiva y, no lo olvidemos, conocida por un supuesto romance con Rappel. Los ingredientes del videoclip son parecidos a los del caso anterior. Ella es Provocación. Provoca deseos ardientes y pasión, y baila sexy - mueve sexy. Yo no digo que no, podríamos estar en el camino del Eros, pero esos estilismos, esa coreografía y las caras de los “chulazos” conducen sin remedio a Thánatos. No, no fue a Eurovisión.


Y a veces puede pasar que, poseída por la pulsión sexual, te levantes un día, te mires al espejo, te veas sexy como nunca y decidas explotar toda tu ¿sensualidad? y regalársela al mundo (sobre todo si eres Lorna Bliss y ya tienes antecedentes). Así que te pones un mini bikini y un mono de malla y te vas al casting de X Factor UK a cantar por Britney Spears mientras persigues a Gary Barlow como una perra hedionda (con "h" aspirada). Y cuando el jurado te pregunta, atónito, de qué va todo eso, contestas: “I’m trying to stick out from the crowd, that’s the whole point, ist’t it?”. Y cuando Gary Barlow te cuenta una milonga sobre la voz y la presencia escénica, le miras con cara de “¿qué me estás contando, viejuno? Si en Take That había tres que solo estaban de figurantes”, y por dentro te cagas en su moral victoriana, y Nicole Scherzinger te dice que no te puede tomar en serio y piensas "ya, claro, las Pussycat Dolls son conocidas por su seriedad", y te vas, sabiendo que Eros y YouTube te rescatarán del olvido.


Por cierto, no sé cómo termina la película. De hecho me da un poco de reparo verla, por si no cumple las expectativas que me ha creado el tráiler. ¿Sabéis esas personas que van por ahí diciendo: "pues a mí me gustó más el libro"? Yo diría: "pues a mí me gustó más el tráiler", y la gente me miraría raro. Me he vuelto a ir del tema. No os dejéis condicionar por este plantel de estrellas de la canción. La silicona no es natural, pero el sexo sí. Aunque si queréis practicarlo con garantías (de disfrute), mejor olvidad todo lo que habéis visto. O no. Sobre gustos...

jueves, 13 de septiembre de 2012

Terapia de choque

En ciertas épocas del año, sin causa aparente o quizá sí, normalmente en coincidencia con determinadas circunstancias (incertidumbres, despedidas, cambios de luz – digo yo), se me pone un nudito en la garganta, un nudo más o menos incómodo, decididamente molesto, pero que no me impide hacer vida normal. Una persona como yo, con la necesidad permanente de tener una banda sonora vital (debe ser un trastorno psíquico no diagnosticado), en esas situaciones de melancolía estacional/circunstancial puede tener ganas, incluso llegar a hacerlo, de escuchar cierto tipo de música, porque el cuerpo, que no tiene piedad, te lo pide. [spoiler: más abajo hay canciones-caca, no os asustéis por el tono trascendental].

¿Lars von trier o Camilo Sesto?

Si te pasa como a mí, se te abren varias vías: podrías escuchar algo de la rama de lo bonito pero triste, por ejemplo algo de Magnetic Fields, que en un momento de descuido podría hacer que pasaras del pequeño bajón pasajero a la tentativa autolítica; quizá algo más ñoño, como Regina Spektor, que te ayudaría a racionalizar tu estado emocional por medio de un discurso interno tipo Grey's Anatomy (se han dado casos). Si, como a mí, la tal Grey te parece una sobrada y una sabelotodo insufrible, tampoco te lo recomiendo. Sentirás la tentación, pero ni se te ocurra probar con cosas tipo Nacho Vegas, y por supuesto nunca Nick Drake (murió por sobredosis de antidepresivos, creo que no hace falta decir más).

No. Lo siento, son vías fallidas. Con estos métodos, en situaciones de debilidad emocional, pasados unos cuantos minutos se puede llegar a producir una reacción de corte melodramático que hay que atajar como sea. Extremis malis, extrema remedia, drogas duras y volumen alto. Artillería pesada. Así que se me ocurre rescatar algunas de las piezas más indescriptibles de la temporada para sobrellevar estos días extraños. Tres píldoras para digerir mejor el fin del verano y engañar a la tristeza otoñal.
  1. La primera píldora, aviso, es un poco difícil de tragar. Una de esas pastillas que, por más que te esfuerces, se quedan pegadas en la parte trasera del paladar y te pueden producir una media arcada, pero que al final acaban pasando (y entonces ya te quedas a gustico). Solo Leticia Sabater podía intentar colarnos una canción del verano en septiembre... y conseguirlo. Eso, boys and girls, es una lección de optimismo y todos nosotros deberíamos tomar ejemplo. Si te sorprendes imitando el movimiento de manos de Leti o su indefinido acento, y canturreando cosas como “cuerpos musculosos, me pone su anaconda”, está claro, deberías preocuparte por otras cosas pero YA NO por tu bajón.


  2. Un tratamiento de choque tiene sus peligros: productos potentes a dosis altas, el riesgo es evidente. Christina Rapado lo advierte en el videoclip de Marikona: “si usted visualiza este vídeo tres veces seguidas morirá en una semana”. Yo corregiría la advertencia, la muerte puede ser inmediata, al menos para alguien con un mínimo de sensibilidad auditiva  – o de cualquier otro tipo. No creo que haya nadie capaz de visualizar este vídeo tres veces seguidas (ni siquiera apuesto porque muchos de vosotros podáis completar una sola visualización), pero si alguien tiene suficiente estómago como para hacerlo y aún así teme las consecuencias, puede alternarlo con el anterior. Es solo una sugerencia.


  3. No podemos ignorarlo, las terapias orientales son una tendencia al alza. En este caso el K-pop (pop coreano – del Sur, obviamente, en el Norte son más de Disney) es una opción muy recomendable, y PSY, fenómeno global entre los fenómenos globales, una elección ideal. No daré datos de las vistas en YouTube de Gangnam style, porque no merece la pena (suben a razón de unos 10 millones al día), pero son de largo más de 150 millones. Más de 150 millones de personas no pueden estar equivocadas. Vale, pueden estar equivocadas, pero seguro que no están tristonas como nosotros. Incluso Britney lo baila, ¿véis a Britney triste? No. A todos nos gusta un tipo que canta sentado en el váter y dentro de autobuses con bolas de discoteca, si estás melancólico después de esto consulta con un especialista. ¿Explicaciones sociológicas para estos éxitos virales? Está la cosa muy mala. Al mundo le gusta un WTF. Y tranquilos, según mis cálculos ya casi le toca pasar de moda.

Lo sé, estos tratamientos son duros y en ocasiones tienen efectos secundarios. Si observas mareos, fiebre, temblores o cualquier otro tipo de síntoma que puedas relacionar con dicho tratamiento, te recomiendo una cura de silencio. Si ha funcionado, no recordarás por qué estabas mirando por la ventana con ojos de cordero degollado y ya solo te preguntarás qué pretendía Leticia Sabater haciéndonos ver esa teta pixelada. Es así, las torres de marfil se fabrican a veces con los materiales más insospechados, y de vez en cuando todos necesitamos subirnos a la nuestra, aunque solo sea un rato. Feliz rentrée.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Ars insultandi

Para quien no lo sepa, es decir, casi todo el mundo, vivo a un par de calles de un hotel de lujo. Dos calles son lo único que me separa de las habitaciones con jacuzzi y cama celestial (marca registrada). Bien, en realidad dos calles y una cuenta corriente… dejémoslo en corriente. Pero, sea como sea, el lujo tiene una trastienda, y yo paso por ella de vez en cuando; las ventanas de la cocina dan al exterior y por ellas se cuelan olores y voces furtivas, como las que el otro día decían con un deje de cabreo: “otra vez a hacer las papas de los cojones”. De repente pensé, por un lado, en los clientes del hotel, extasiados de bienestar y, por otra, en las bambalinas de ese teatro, en las que resuena la vulgaridad de la que los primeros se refugian en sus terrazas privadas. Supongo que hay cosas que es mejor no saber.

Por suerte no puedo recibir piedras físicas, pero que tire la primera el que nunca haya hecho un comentario inconveniente a espaldas de otro. O por qué no decirlo claramente, el que nunca se haya cagado en alguien que se acaba de girar. Personalmente, no tengo ningún problema con los insultos “encubiertos”. Es más, llamadme rara pero lo que no me gusta es que me insulten en mis narices. Eso sí, si alguien lo hace, por favor, que lo haga con propiedad.

Insultos

El insulto correctamente ejecutado, para el que decide hacerlo cara a cara, requiere un mínimo de conocimientos. Si alguien necesita referencias bibliográficas, Pancracio Celdrán publicó hace unos años El gran libro de los insultos, una obra sin duda imprescindible. Pero también se puede insultar cantando, y en esto hay una indiscutible Master of the Universe: Paquita la del Barrio.

Paquita, rotunda (en todos los sentidos) mexicana nacida en 1947, de nombre completo Francisca Viveros Barradas, inició su carrera musical en 1970, tras una infancia difícil y dos matrimonios no muy exitosos. Pero no es hasta 1984, después de una serie de peripecias (muchas peripecias, la biografía de la cantante es realmente cinematográfica y de hecho ya se ha planteado llevarla a la pantalla) cuando Paquita publica su primer disco. Su paso por televisión la lanza a la fama de manera instantánea y convierte su restaurante del DF, Casa Paquita, en lugar de peregrinación. Desde entonces, 32 discos más, algunas películas y muchos premios, entre ellos un Billboard.

Con su grito de guerra “¿me estás oyendo inútil?”, Paquita la del Barrio pone voz (amén de un extra de mala leche y un topping de saña) a las letras de Manuel Eduardo Toscano para arremeter contra actitudes machistas en temas como Pobre pistolita, Viejo rabo verde o Taco placero. Pero la canción que define como ninguna el estilo de Paquita, la que reúne todas las cualidades de intérprete y letrista, la que constituye una verdadera joya del improperio en habla hispana es Rata de dos patas. No se puede dejar a alguien por los suelos con más clase. Porque Paquita la del Barrio no es que insulte, es que convierte el vilipendio en un arte. Y así, sí.


jueves, 6 de septiembre de 2012

Más (o menos) que amigos

Hay un refrán popular que, no me resisto a decirlo, me fascina: “Dios los cría y ellos se juntan”. La expresión alude a la tendencia de los que se parecen a acabar encontrándose y, según el Refranero Multilingüe del Centro Virtual Cervantes (sí, hay de eso, ¿no es maravilloso?), suele aplicarse “a personas de conducta más bien censurable”. No quería yo ir por ahí, pero al leer esto último me pregunté si escribir un blog sobre música extraviada no se podría considerar una conducta “más bien censurable”. Yo misma me respondí: si lo que quieres decir es si la gente va a pensar que eres una friki, sí, lo van a pensar.

Y por un momento me sentí decaída (una vez más). Entonces recordé una conversación reciente con A., que también dedica parte de su tiempo a lo que ella llama “cultura abisal” (Dios los cría…). Pues bien, yo le preguntaba a A. si eso de pasarme el día tarareando canciones de una calidad discutible (porque todo en esta vida se puede discutir) no sería un poco raro, a lo que ella me contestó, así, resumiendo: “no, es bien”. Y como A. resulta ser una de las personas más lúcidas que conozco, pues me quedé tranquila. Esa es, básicamente, una de las funciones elementales de los amigos. Tranquilizarte, descargarte de tus pesares, reconfortarte cuando lo necesitas, hacerte sentir integrado en la sociedad y, por supuesto – en eso basa su éxito Facebook –, apoyarte incluso en tus iniciativas más intrascendentes .

Pero entre amigos también cabe la traición (que se lo digan a Francisco Camps, ya no se puede fiar uno ni de sus colegas del club de tenis), y el mundo de la música no es ajeno a estos dramas cotidianos. Maticemos, la traición no es siempre voluntaria. Eso es lo que sucede en Amigas en común (2012) de Lekvi, un trío colombiano formado por Jairo Rodríguez (Yaro), Ronald Rhenals (Ronny) y Hugo Carvajal (DJ Yerson). Esta historia tiene mala pinta la mires por donde la mires. Ella le da un beso pa’ que él se la vacile, y él tiene novia, pero ella no lo sabe. Y sí, las dos son amigas. Un comienzo así no augura nada bueno. A ver, chicas: 1) os falta comunicación y 2) evitad a este tipo de maromos, que se les ve venir, que luego encima van comentando la jugada con sus compadres y se quejan de estrés. En fin.


Y si había alguna duda de cómo podría acabar todo esto, Camela (ojo, hablamos de Camela, RESPECT) nos trae una potencial segunda parte, Querida amiga (10 de corazones, 2004). Ella, la del beso pa' que él se la vacile, no se había enterado de nada, no, pero un amigo de ella sí, ya sabéis cómo son estas cosas. Este amigo, que otra cosa no será, pero insistente, un rato, se lo advirtió una y otra vez: que él no valora tu cariño, que no te quiere, que hay una tercera en discordia… y ella ni caso, cegada de amor como estaba  – de acuerdo, eso lo podemos entender – , hasta que los vio paseando.  Sea como sea se masca la tragedia, si no, al tiempo. De momento la chica ya se ha llevado el chafón.


Efectivamente, la cosa ya iba mal encaminada, pero imaginaos, como Rebeca (si alguien de más de 25 años no recuerda Duro de pelar es que pasó la segunda mitad de los 90 encerrado en un monasterio cartujo) que todo lo que podía ir mal ha ido mal. La novia del maromo ha descubierto el pastel. Ella, que creía que su amiga era una chica especial en la que podía confiar, con la que podía compartirlo todo, se da cuenta de que así ha sido, tal cual. Y le dice: calla-calla-Cállate ya (Rebeca, 1996). Aquí las cosas se ponen muy feas para la traidora involuntaria porque, encima del disgusto que lleva, su amiga la culpa, en exclusiva, de todo. Mal rollo.


Pero aquí faltan cabos por atar. ¿Quién es realmente ese amigo que ha informado a la incauta? ¿Cómo es que lo sabía todo? ¿No podría ser acaso el compadre del maromo adúltero? ¿Y no podría ser que hubiera hecho todo esto para levantarle a su chica? Como dice el dominicano Luisito el Canchanchán a ritmo de bachata, este tipo, lo que es, es un Mal amigo (Sin miedo, 2011). El círculo de la traición se cierra y esto ya no es un triángulo de amor bizarro, esto es un desmadre.


Seguramente estaréis esperando una moraleja después de todo este cuento. Bueno... en principio yo solo hago la selección musical y escribo los textos, no me encargo de la conciencia de nadie, pero en este caso no está de más recordar que, como decía Truman Capote, la amistad es un trabajo a jornada completa. Mantened contentos a vuestros amigos. Por lo que pueda pasar.

P.S.: C., papá adoptivo de PMB, G., A. y A., bizarre lovers, I., A., M., S., M., M., G., V., A., D. y demás letras del abecedario conocidas y por conocer, queridas y por querer, presentes y ausentes, lectores bonicos: Amigos para siempre. Larga vida y prosperidad.


lunes, 3 de septiembre de 2012

Modernas are back in town

Lo soltaré así, en frío: he pasado todo el mes de agosto en la ciudad. Cuando vives en un lugar turístico, en este caso Valencia, agosto es un mes de contrastes. Durante el día los visitantes llenan las calles y les dan algo de vida, incluso demasiada, pero por la noche vuelven a sus alojamientos (porque la jornada del turista es agotadora) y, salvo en algunas zonas aisladas, la ciudad vuelve a ese estado desértico natural en verano. ¿Incluso ahora, en tiempos de crisis? Sí, incluso ahora, vayas por donde vayas, parece que detrás de cualquier esquina vaya a salir un zombi, confirmando tu impresión de que eres la última superviviente de un holocausto nuclear.

Pero agosto pasa y los veraneantes deben regresar. Hace unos días pude comprobar, aliviada, que la ciudad retomaba su actividad, las tiendas volvían a abrir, lo siento, aparcar se hacía más difícil y sobre todo, sobre todo, las modernas empezaban a estar de vuelta. Porque una ciudad sin modernas no es ciudad.

Pero, ¿qué es realmente una moderna? Para empezar, a la hora de encontrar una definición orientativa de "moderna" (del latín modernus, de hace poco, reciente) he tenido que consultar no la Wikipedia (el súmmum de la erudición de baratillo), sino la Frikipedia. Más. Una moderna, sustantivo epiceno, no es exactamente lo mismo que un hipster y desde luego no es lo mismo que un gafapasta. Una moderna ni siquiera es una moderna a secas, porque hay muchos tipos de moderna.

Una moderna (ya sea diseñador gráfico, licenciado en Comunicación Audiovisual, parado o las tres cosas a la vez) tiene un determinado sentido estético, un santoral musical inaccesible para profanos, una serie de locales fetiche y un asiento reservado en la filmoteca, aunque sea para echar una cabezada. A partir de ahí, una moderna puede o no llevar gafas de pasta, puede o no llevar barba y puede o no vestir ropa vintage (de acuerdo, puede no hacerlo pero está claro que debería). Detalles relativamente poco importantes. De todas formas, igual me estoy liando.

Intentémoslo de otra manera. ¿Habéis oído la expresión “por sus obras los conoceréis”? Pues bien:

Ejemplo 1: Podríamos pensar que una moderna jamás bailaría la Macarena, por pura dignidad. Error. Una moderna puede bailar la Macarena. No la versión de Los del Río, pero sí una experimental de Mursego en euskera.


Ejemplo 2: A las modernas NO les gusta “ver a las chicas en minifarda y piropear”. Por eso Manolo Escobar, por más que quiera, no es moderno. Aunque sí español.


Ejemplo 3: Una moderna escucha a Los Punsetes y no tiene muy claro si van en serio o no (las cosas de la posmodernidad), pero por si acaso hace como que .


Ejemplo 4: Una moderna NO ama Mercadona, porque es mainstream (una moderna sabe lo que quiere decir mainstream).

te amo mercadona

Quién sabe, yo misma podría ser una moderna. Aunque no hay manera de comprobarlo, porque una moderna NUNCA se definiría como tal. Tal vez tú también seas una moderna. Y te querremos igual.