martes, 11 de junio de 2013

PMB Attacks Mars

Una vez más, PMB va a descubrir la pólvora. Allá va: Marte está de moda. Es rojo, es alternativo y es guay. Emigrar se ha vuelto muy mainstream, y ahora sabemos que hacerlo dentro de la Unión Europea no es realmente emigrar, así que si eres un hipster en proceso de movilidad exterior (siguiendo la nomenclatura de Fátima Báñez y la Virgen del Rocío), tu única opción para distinguirte de la masa es la cuarta roca desde el Sol. Que si hay que mandarlo todo a hacer puñetas se manda, pero bien. Y si la felicidad está en irse a Marte a cultivar nabos transgénicos o lo que sea, pues se va. Sí, es cierto, emigrar a Marte no es como emigrar a Alemania. Marte no es uno de esos mediocres países a los que vuela Ryanair. No hay posibilidad de volver y si no va bien hay que aguantarse pero, ¿acaso no es eso recuperar el viejo sabor de las migraciones? ¿No es, en el fondo, abrumadoramente vintage? Emigrar a Marte, amigos; THE REAL THING, y ahora podemos hacer nuestro sueño realidad y petarlo (beat it) sobre la polvorienta superficie marciana. Yo lo veo.

Ven conmigo baby

Vamos a explicar esto. Para quien no se haya enterado, es decir, los que estáis muy ocupados o los que ya vivís en Marte - en espíritu -, existe un proyecto privado llamado Mars One ideado por una holandés (evidentemente errante) que planea mandar personitas a Marte para establecer una colonia permanente en el planeta a partir de 2016. Teniendo en cuenta el percal que tenemos aquí en la Tierra, no es de extrañar que los candidatos se cuenten por cientos y cientos, incluso miles y miles, o genéricamente, a puñaos. El proceso es sencillo: entras en la web del millonario holandés, te inscribes, pagas una pequeña tasa y envías un vídeo explicando por qué eres el mejor candidato para irte a tomar por saco de aquí.

Hay mucho aguafiestas, y dicen que aún no podemos ir a Marte porque el carburante, la radiación y bla, bla, bla. Pero afortunadamente el espítitu optimista de los terrícolas siempre sale a flote, y ahí tienes a marcianófilos entusiastas como Toni, dispuesto a compartir su voz con todo el universo, Melissa, “the sort of girl who likes to be different”, el metalúrgico freudiano brasileño José o la pizpireta Ara que, como buena española, simplemente no tiene nada mejor que hacer aquí. Con estos compañeros de viaje siempre resulta apetecible colonizar un planeta. Tras visionar algunos de los perfiles de los candidatos, me puse en contacto con mi sidekick I. para tratar de averiguar qué lleva a un terrícola de a pie a postularse a la marcianía, y si nosotras mismas, por qué no, seríamos unas buenas candidatas. Después de todo, quizá podríamos encontrar nuestro hueco entre los frikis desplazados y contribuir a fundar una civilización basada en el delirio y la egolatría. ¿Seríamos capaces de contestar el mismo cuestionario que nuestros potenciales compañeros? Intentémoslo:

1. Why would you like to go to Mars? 
Espera. Se supone que antes de esto nos hemos preguntado “Would I like to go to Mars?” y hemos contestado “¡pojclaro!” con seguridad:


Y no sólo es que nos ha gustado escuchar cómo crujía nuestro motor desde bien guachas, desde bien chiquiticas (que también), sino que no podemos obviar las virtudes de Marte. Todas esas que conocemos gracias a la bendita cultura pop. Por ejemplo, sabemos por John Grant que en Marte hay ríos de gelatina verde y laderas de gominolas, lo cual viene siendo el recopetín. La canción es tristona, pero en el videoclip de I wanna go to Marz podéis comprobar que en el planeta rojo hay fiestas en las que la gente se viste con chándal de tactel y baila al corro de la patata. Eso es planazo.


Otra cosa que mola de Marte es que no puedes ir en un bus de la EMT, ni siquiera en tu propio coche, y si eres de los que aman las emociones fuertes, el propio viaje es un atractivo; meterte en el cohete y escuchar eso de "tres, dos, uno, ignición" mientras cantas por las Nancys Rubias tu despegue hacia el espacio exterior:


Y poder responder a preguntas que se hace toda la humanidad, como Bowie en Life on Mars?:


Aunque en realidad eso era en 1971, y en 1979 Enrique y Ana ya habían resuelto esa duda: . Para los que no somos muy sociables no es tan definitivo, pero los marcianos son, al parecer, buena gente, y lo que tal vez sea más importante, tienen el culete respingón (nunca digas de este agua no beberé). Los humanos somos muy complicados, pero creo que nos llevaríamos bien con los locales.


Además de que Marte está muy, muy lejos de la Tierra, lo cual es de por si algo a tener en cuenta (tampoco nos ha ido tan bien aquí, ¿no?), hay otros alicientes. Por ejemplo: una persona de 47 kilos pesaría solo 17 en Marte, así que este año te ahorras la operación bikini (además está la cuestión de la falta de gravedad, que para los huesos va fe-no-me-naaal, como decía Parade - que sabía de lo que hablaba, ojo tracklist). Y otra: ¿sabes esa sensación de que te faltan horas en el día para todo lo que tienes que hacer? Pues el día marciano dura 39 minutos más que el terrestre. BOOM. Adiós al estrés.

plas, plas


2. Do you know that there are risks involved?
Podríamos decir eso de que la vida es riesgo-oh yeah y quedaríamos muy bien. Pero yo soy una cagueta, y lo de los riesgos me tira para atrás. Porque tanto I. como yo somos personas ilustradas, hemos visto pelis de astronautas y of course we know that there are risks involved. Una de las candidatas dice que prefiere morir haciendo algo guay que en su casa rodeada de gatos y viendo la tele. Así que no problem, le dejaremos a ella el placer de guardar la base marciana cuando salte por los aires en plan HollywoodEstá la cuestión de las radiaciones, que al parecer es bastante mal, pero no nos preocupa demasiado comparada con lo de los virus asesinos. Sí, los virus-fantasma. Síííííí, esos que convierten a su huésped en un cochino zombie:


Pero no, no estamos más a salvo en la Tierra, por más que pensemos que vamos a sobrevivir sin problemas a la next generation de gripe aviar y la crisis del pepino de turno. Mejor en Marte. Allí al menos los zombies son de calidad, no como los que nos traen los extraterrestres a nosotros:


Otra cosa es que, aunque los amigos de Enrique y Ana son majetes, al parecer también hay marcianos chungos. En Mars Attacks! se los cargaban poniéndoles el Indian Love Call de Slim Whitman, lo oían y les petaba la cabeza dentro de la escafandra. Así:


A mí lo que me da miedo es que ellos también hayan encontrado nuestra kriptonita musical, y es que ya ha habido contactos con algunos músicos. Que no lo digo yo, que el propio Alejandro Sanz cuenta en Mi marciana cómo fue visitado por uno de estos seres. Y Alejandro Sanz ES kriptonita.


Así que, haciendo balance, entre la música apocalíptica, los zombis y la posibilidad de una invasión, ¿qué te puede pasar en Marte que no te pueda pasar en la Tierra? Piénsalo:



3. How would you describe your sense of humour?
¿Cómo describe uno su sentido del humor? Bueno, allá va un intento. Nuestro sentido del humor es sencillo, llano, del pueblo... No, vamos directos a los ejemplos. Veamos, cosas que nos hacen gracia:
  • La ardilla esta con cara de desquiciada:
  • Las Quereseres girls (carne de talent show marciano):
  • Cuando alguien dice “Frau Blucher” y los caballos relinchan (siempre que hay un caballo cerca digo "Frau Blucher" por si suena la flauta):
  • Bill Murray dándole la "previsión del tiempo" a Andie MacDowell:
  • La Princesa Bultos:
  • Por supuesto, el pene dibujado en la superficie de Marte:
La NASA was here

Tampoco sé si preguntan esto para saber si congeniaríamos con el resto de la tripulación (porque francamente, dado que la mayoría de los terrícolas me caen mal, lo dudo) o por si nos van a hacer gracia las cosas de los marcianos. Esto último lo veo más probable. Ahí sí que me veo. Vestida con mi chándal de tactel y mi escafandra y bailando chachachá como si no hubiera mañana:



4. What makes you the perfect candidate for this mission to Mars?
Esto no debe saberlo el señor holandés que hace la selección, pero me mareo enseguida, soy muy delicada para las digestiones y solo sé dormir con la luz apagada y las persianas bajadas a tope. Creo que eso es mal. Por otra parte tengo una formación académica heterogénea y habilidades muy diversas: lo mismo te cito a Walter Benjamin que te hago una torunda de gasa. Eso es bien. Sé hacer bizcochitos y montar en bici. I. ha estudiado una carrera a caballo (¡Frau Blucher!) entre las ciencias y las letras, y afirma saber hacer de hacer de todo, pero mal. Pero de todo. Pero mal. ¿Punto de cruz? ¿Esquí? ¿Buceo? Lo que nos hace mediocres en este planeta no tiene ninguna utilidad allá arriba. Por fin una vida por delante con días de 24 horas y 39 minutos para dedicarnos a lo que mejor sabemos hacer:


Por otra parte, no soy una persona paciente, ni estable emocionalmente, ni adaptable, ni me hago fuerte ante las adversidades, ni nada de lo que según la web de Mars One es imprescindible para un astronauta. No sé, después de todo, tal vez no deberíamos mandar nuestro perfil al holandés errante. Está bien lo del chachachá, lo de echarse amiguitos extraterrestres de culete respingón y lo de los viajes en cobete, pero la verdad, no me imagino a mí misma poniéndome todas las mañanas el traje espacial como quien se cambia de bragas, talmente:


Y Marte tiene su punto por eso del exotismo y tal, pero eh, hay cabos sueltos. Primero, queda mucho producto musical bruto por explorar. Segundo, si para presentarme voy a tener que pagar empezamos mal. Tercero, esa gente que se postula para la misión es muy estomagante. En resumen, me da pereza. Eso, y que vamos de cara al verano y no puedo dejar de pensarlo: en Marte no hay playa. Así que me vais a disculpar, estoy en mi momento viva-la-Tierra y me apetece disfrutarlo. Como Paris. Maromo, cocoteros y sol. Y que le den a Marte. El espacio exterior, por ahora, puede esperar.