jueves, 8 de agosto de 2013

Girls just wanna go to Burriana (II)

Pues sí, conseguimos encontrar el coche sin caer a la acequia, y salimos "sin problemas" del terraplén*. Y esto nos lleva a la segunda entrega de la CRÓNICA DE UN ORINAL

Día 2: aprendiendo de los errores. Ese parking, caca. Tras un recorrido por el Grao de Burriana en busca de aparcamiento, durante el que llego a estar tentada de dejar el coche abandonado en mitad de una rotonda y salir corriendo, finalmente conseguimos estacionar y nos dirigimos al recinto de conciertos. Gracias a que vamos resabiadas, aprovechamos el tiempo para hacer estas cosas reglamentarias de las autofotos con el escenario de fondo y tal. 

Como empezamos con Antònia Font, que sí son mi tacita de té, disfruto nivel esto:


Y como pasamos total de Iván Ferreiro, aunque sé que esto nos puede granjear la enemistad de algún indie de la vieja escuela, decidimos que es buena hora para ir a cenar. Que no nos falte de ná. La furia botellonística ha decrecido en relación con el día anterior, pero nuestro querido paseo marítimo sigue siendo un maldito infierno.

highway to hell

Y sí, siguen sonando cosas de este palo. Porque nenes, es verano y aunque no te guste te lo comes. LA PLAYLIST DE SATÁN:



Aún así, llegamos a zona urbana. Pizza 2: tomate, queso, jamón york. Volvemos al recinto para ver a Francisca Valenzuela, a la que no digo yo que tengáis que conocer pero que oye, que está bien y lleva con mucha dignidad los disco pants, como bien advierte A. Y en Buen soldado ha incluido la frase "tengo un buen rabo". Minipunto para ella.


He de decir decir que la presencia de Keira Knightley en Burriana me parece un hecho sublime que actualiza la expresión "Burriana, París y Londres", pero a la hora de la verdad también pasamos total de Klaxons (cuyo teclista está casado con la actriz). The Drums y a casa. ¿Qué pasa? Aguantad vosotros sin drogas.

Día 3: hemos decidido que venimos en plan hipster patrio, el karma nos premia con una estupenda plaza de aparcamiento y nos vamos a ver a La Bien Querida. El público del domingo parece, a primera vista, más maduro, lo cual indica que los programadores saben dos cosas:

- Los adolescentes están muertos tras tres o cuatro días de botellón nonstop y/o han pillado alguna infección mala en las duchas del camping
- Nadie trabaja el lunes #Talkin'BoutMyGeneration

Los treintañeros (y aledaños) nos tragamos en sesión continua a La Bien Querida y Los Punsetes, que voy a decir que me parecen un poco sobrevalorados porque creo que es lo que diría un crítico musical en condiciones, pero yo coreo a grito pelado Tus amigos porque... ya sabéis.


Tras la pizza #3 (tomate, mozzarella, bacon, huevo y cebolla, en plan grand finale) seguimos para bingo hipster con The Maccabees (iconito del dedo pulgar/me gusta) e Hidrogenesse (porque A. se empeña - y yo me alegro). A. dice que son los Daft Punk españoles (y maricas) y yo me quito el sombrero ante los creadores de Disfraz de tigre:


Queda tiempo para las más cosas reglamentarias que no hemos hecho, como fotos de nuestros pies:

foto de pies

dejarse morir en lo que algunos llamarían zona chill out y que en realidad es donde la gente va cuando está muy pasada:

zona de residuos

Mientras nos dejamos morir en este acabadero, pensamos que un buen fin de fiesta sería Kakkmaddafakka. Kakkmaddafakka molan porque nos llaman sexy bitches nada más empezar el concierto. Eso sube la moral. Después se me sube también el biceps femoral. Y eso ya no. Así que nos toca volver a casa con la mayor indignidad posible. Aunque al menos nosotras sabemos cómo vamos a volver.

volver

Han pasado tres días y aún me duele el cuello. Estoy gastando mis reservas de Myolastan, porque en el fondo me gusta vivir peligrosamente. Y el tirón sigue amenazando con reavivarse. Pero sobreviviré. Creo.

Agradecimientos:
- Pizzería San Marino, Burriana
- Barritas de cereales LIDL
- A.

*Revisar amortiguadores.

miércoles, 7 de agosto de 2013

Girls just wanna go to Burriana (I)

Que por mayo era, por mayo, cuando A. me propuso ir a algún festival este verano. Estábais esperando lo de "cuando hace la calor". La calor la hace ahora, chicos. No liarme. El caso es que, a pesar de mi aversión a las aglomeraciones, acepté la propuesta porque, you know, a quién no le va a gustar. Sí, yo, la misma que renegaba hace un mes de la #FantasticLife, he hecho un paréntesis en mi hurañía habitual para enseñar dientes por la costa levantina y pegarme un fin de semana de playita, arrocito y festipower. Y, por supuesto, contarlo. He de decir, eso sí, que no lo hago por compartir mi felicidad (léase restregársela al resto del mundo por los morros) sino por el bien de mi PMB, que hasta ahora ha vivido acomodado en su mundo de YouTube, haciendo trash hunting sin moverse del sofá. Triste política para un blog musical.

Así, queridísimos, os contaré cómo A. y yo conseguimos pasar tres días en el Arenal Sound, compartiendo espacio, entre otros VIPs, con Keira Knightley (quién sabe si con Letizia Ortiz, tan metida ella en el rollo hipster), sorteando los peligros de botellones de proporciones bíblicas y caminos sin asfaltar y alimentándonos únicamente de pizza. De dormir en el camping nada, eso en mi camita, no querréis que encima sufra.

la bienque

Día 1: A. está fresca, pero yo encaro el primer día de festival apenas 24 horas después de un turno de 24 horas, OJOCUIDAO, por lo que procuro ingerir alimentos suficientes para resistir la jornada y completo el calentamiento con una siesta de tres cuartitos de hora, que ya no tenemos 18 años. Subimos al coche. A. no es consciente de ello y yo no se lo digo, pero no me sé el camino. Así voy yo por la vida. Aún así, llegamos sin mayores problemas. No solo eso, sino que encuentro el parking. En realidad el parking es como un bancal en barbecho, hay tierra seca por todas partes, el coche bota a lo París-Dakar (o lo que quiera que sea ahora) y por un momento pienso que la escena solo puede acabar así:


O así:


Afortunadamente, no ocurre ninguna de las dos cosas, y consigo dejar el coche a buen recaudo. Segundo paso: buscar el recinto de conciertos. Preguntamos a un empleado de la organización. "Dicen que hay un camino por ahí abajo". Dicen que si tomas cocacola y petazetas te mueres, estoy tentada de contestarle, pero no. Buscamos el camino. Existe. Divisamos Burriana Beach. Sorprendentemente, la programación es milimétrica y los conciertos empiezan con puntualidad británica (A. me apunta que la puntualidad británica es un mito, pero nos entendemos), lo cual supone que llegamos tarde.

Nosotras no somos como esa gentuza que va a los festivales por la fiesta, hemos ido por la música e incluso estamos dispuestas a irnos si empezamos a pasarlo demasiado bien, así que vemos nuestro primer concierto, nos damos por satisfechas por el momento y nos vamos a cenar como unas señoras. Ah, sí, la crónica musical. Manel a mí es que no me matan. A. dice que le gusta mucho su versión de Common people. Por mí podrían haberla dejado estar.

Fuera del recinto no hay tanto talibanismo musical, y al salir nos encontramos con el mítico macrobotellón del Arenal. En mi imaginación, el infierno es como el paseo marítimo del Arenal prolongado ad infinitum. Nunca acabas de atravesarlo, siempre huele a orines y productos químicos, y de fondo no suena Highway to hell, sino Juan Magán, y de hecho así era:


Con todo esto, debo decir que la primera pizza (tomate, mozzarella, champiñones, handmade pizza, nada de gorrinadas de Domino's) me sentó de maravilla. A la vuelta, segundo paso por el paseo infernal. Como sé que esperáis mi opinión sobre el concierto de The Kooks, os diré que me pareció muy bien. Al salir, intento de robo. Mi bolsa del CSIC cortada con un cúter, arruinada, como el mismo CSIC. Qué ironías tiene la vida. Abandonamos el recinto por segunda vez para evitar males mayores y regresamos para el show de Meneo, que gana mucho con la pandilla de ménades danzantes luciendo tiburón sobre el escenario. A las 4 de la madrugada, el nudismo siempre es una opción ganadora. Si Toda loca no forma parte de vuestro repertorio estival, debería:


No quiero desperdiciar la ocasión para señalar la cortedad de miras de los directores de eventos veraniegos. Cualquiera con un poco de olfato habría programado a Julio Iglesias en su festival. Yo veo un claro Bamboleo con Julio feat. Meneo.


Y visualizo también una escena parecida a esta:

julio

Pero cada palo que aguante su vela, el que quiera contar con mi sabiduría musical que la pague. Especifico sabiduría musical porque de la otra tengo poca. Regresamos a la zona de aparcamiento en busca del coche, y ésta resulta no tener ningún tipo de iluminación:

A.: ¿Pero no te habías fijado cuando lo hemos dejado?
Yo: Pueeesssseessstooo... ¿sí?

El camino de cabras que lleva al parking está oscuro cual boca de lobo, lo que en la práctica supone que no deberíamos adentrarnos en él, a riesgo de ser asesinadas y descuartizadas por un criminal sádico o, más probablemente, caer en una acequia y no encontrar el coche. Esto se traduce, versión edulcorada, en "En la playa de Burriana, esperando para ver el amanecer #FantasticLife". Y así.

¿Conseguimos encontrar el coche? ¿Nos caímos a la acequia? Mañana, la segunda entrega de esta cosa.